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Dispersos como galaxias en un universo carmesí, los cientos de cuentas y teselas que componían el ajuar funerario de la Reina Roja aparecieron hace 23 años ante la mirada incrédula de los arqueólogos. Ha debido pasar más de un milenio para que estos ornamentos vuelvan a recrear, en conjunto, la forma en que Tz’ak-b’u Ajaw, la “Señora Sucesión”, fue ataviada para su última morada: el Templo XIII de la antigua Lakam’ha, hoy llamada Palenque.